La solidaridad es sinónimo de ayuda y protección. Y cuando persigue una causa justa, es capaz de cambiar el mundo, hacerlo mejor, más habitable y más digno. Es un valor que busca el bien común. Desde la Fundación Carme Chacón queremos hacer llegar nuestra solidaridad a quiénes más la necesitan, allá dónde más falta hace. Por ese motivo, la solidaridad es uno de nuestros principios fundacionales.
La gran mayoría de cardiopatías congénitas tienen un tratamiento médico para reducir los efectos de esta patología en los pacientes y mejorar su calidad de vida. Pero, lamentablemente, en numerosas ocasiones, los sistemas sanitarios de muchos países vulnerables económicamente hacen imposible llevarlos a cabo, e incluso, llegarlos a detectar por la falta de recursos materiales, tecnológicos y humanos.
Cuando el sistema sanitario de un país no es capaz de afrontar esta problemática, la opción que tienen estos niños es acudir a la asistencia médica en otros países más desarrollados, pero a un coste inaccesible para el poder adquisitivo de la gran mayoría de las familias de esos países de origen, en muchos casos, en vías de desarrollo.
Determinados tratamientos, incluso de gran entidad, que en el conjunto de países occidentales pueden ser relativamente accesibles, no lo son para clases sociales más desfavorecidas en la mayoría de los países de nuestras zonas de actuación situadas en Latinoamérica, Europa del Este y África.
Entre los objetivos de la Fundación Carme Chacón se establece el hecho de operar a 100 niños y niñas con cardiopatías congénitas. Una cifra considerable y que representa un enorme reto para conseguir alcanzarlo.
La solidaridad internacional ha de ser considerada una solidaridad global, un término mucho más amplio, que abarque también la relación de solidaridad entre los Estados y otros agentes, como las organizaciones e instituciones internacionales y la sociedad civil.
El derecho a la solidaridad implica que los países cumplan plenamente sus obligaciones internacionales en las que están comprometidos con las Naciones Unidas, apliquen los convenios y tratados ratificados, se comprometan en el desarme, las políticas de energía limpia y, entre otros cuestiones fundamentales, al fortalecimiento de los sistemas sanitarios.